Hola!!
Siento no haber podido ir a la reunión del club ayer por la tarde. Pero hice los deberes, con un dato añadido: esta mañana he encontrado a uno de los dos "protagonistas" de mi historia y no he podido evitar hacerle una foto.
Mi cuento es como un huevo Kinder: tres en uno. Habla del papel higiénico, es un cuento infantil y además, trata una noticia reciente. Sólo me faltaba haber escrito un haiku al final, pero me parecía excesivo. Lo dejaré así y ya me direis (si alguien dice algo).
Bueno, pues nada. Así es como he resuelto el ejercicio que nos propuso Mercedes.
Un abrazo a todos. Toñi
"DOS ROLLOS DE PAPEL HIGIÉNICO"
En la estantería de un cuarto de baño compartían balda dos rollos de papel higiénico. Uno era pesimista, todo le desagradaba y siempre tenía una queja en la boca (como quiera que sea la de un rollo de papel). El otro era optimista, normalmente estaba callado y sonriente. A veces hablaban entre ellos.
- Qué horrible destino nos espera, - empezaba el pesimista.
- Cumplimos una función, simplemente. Y además, es un servicio que hacemos a las personas. Somos importantes –respondía el optimista
- Tú estás loco. Acabaremos llenos de mierda –replicaba el pesimista
- Pero lo podremos soportar, porque hemos sido creados para eso.
Y así se pasaban horas y horas, quejándose uno y conformándose el otro. Llegó un día en que una mano cogió al rollo optimista y el otro rollo se quedó solo, sin tener a nadie con quien compartir sus temores. Pasado un tiempo otra mano apareció y agarró al otro rollo y la señora de la casa apuntó “papel higiénico” en la lista de la compra que haría el viernes.
El caso es que ambos se encontraron en el lugar donde se reciclan las almas de los rollos de papel, una especie de fábrica-cielo donde todos vivían una nueva vida convertidos en otro tipo de papel. Y los dos amigos volvieron a encontrarse.
- ¿Qué fue de tu vida? –preguntó el pesimista
- Pues nada. Me pusieron en el baño y cada vez que alguien se sentaba en la taza, se limpiaba el culo conmigo. Claro, yo ya lo sabía y lo aguanté como un valiente. Poco a poco empecé a adelgazar, a adelgazar, hasta que me quedé en el puro cartón. Que tiraron a un contenedor de papel y … aquí estoy. ¿Y tú?
- Un asco, un asco de verdad. No sé cómo pude aguantarlo.
- Pues, ¿qué te pasó?
- Pues eso fue en el día que se jugó la final de la Champion. El hijo pequeño, que sabes que es del Barça, me cogió para celebrar que había ganado su equipo contra el Manchester y habían conseguido “el triplete”. En un arranque de alegría futbolera me tiró desde el balcón y me quedé colgando sobre las hojas de un plátano, en el barrio. La gente me admiró durante un tiempo, considerando que parecía una guirnalda. Hasta hubo una loca que me hizo fotos, ya me dirás tú para qué.
- Entonces, ¿de qué te quejas, pedazo de alcornoque, si estuviste colgando de un árbol, admirado y fotografiado, y te libraste de la porquería?
- ¡¡Es que yo soy del Madrid y me jode que me usen para celebrar la victoria de Barça!!
Y colorín, colorado, esta historia de los dos rollos de papel higiénico se ha acabado.
- Qué horrible destino nos espera, - empezaba el pesimista.
- Cumplimos una función, simplemente. Y además, es un servicio que hacemos a las personas. Somos importantes –respondía el optimista
- Tú estás loco. Acabaremos llenos de mierda –replicaba el pesimista
- Pero lo podremos soportar, porque hemos sido creados para eso.
Y así se pasaban horas y horas, quejándose uno y conformándose el otro. Llegó un día en que una mano cogió al rollo optimista y el otro rollo se quedó solo, sin tener a nadie con quien compartir sus temores. Pasado un tiempo otra mano apareció y agarró al otro rollo y la señora de la casa apuntó “papel higiénico” en la lista de la compra que haría el viernes.
El caso es que ambos se encontraron en el lugar donde se reciclan las almas de los rollos de papel, una especie de fábrica-cielo donde todos vivían una nueva vida convertidos en otro tipo de papel. Y los dos amigos volvieron a encontrarse.
- ¿Qué fue de tu vida? –preguntó el pesimista
- Pues nada. Me pusieron en el baño y cada vez que alguien se sentaba en la taza, se limpiaba el culo conmigo. Claro, yo ya lo sabía y lo aguanté como un valiente. Poco a poco empecé a adelgazar, a adelgazar, hasta que me quedé en el puro cartón. Que tiraron a un contenedor de papel y … aquí estoy. ¿Y tú?
- Un asco, un asco de verdad. No sé cómo pude aguantarlo.
- Pues, ¿qué te pasó?
- Pues eso fue en el día que se jugó la final de la Champion. El hijo pequeño, que sabes que es del Barça, me cogió para celebrar que había ganado su equipo contra el Manchester y habían conseguido “el triplete”. En un arranque de alegría futbolera me tiró desde el balcón y me quedé colgando sobre las hojas de un plátano, en el barrio. La gente me admiró durante un tiempo, considerando que parecía una guirnalda. Hasta hubo una loca que me hizo fotos, ya me dirás tú para qué.
- Entonces, ¿de qué te quejas, pedazo de alcornoque, si estuviste colgando de un árbol, admirado y fotografiado, y te libraste de la porquería?
- ¡¡Es que yo soy del Madrid y me jode que me usen para celebrar la victoria de Barça!!
Y colorín, colorado, esta historia de los dos rollos de papel higiénico se ha acabado.
5 comentarios :
Original y bien hecho y ese final futbolero te pierde. Un beso Alicia.
Un cuento de rigurosa actualidad. Está muy gracioso, Toñi, y la foto te ha venido que ni pintada.
Besos.
Nieves.
Tu huevo Kinder está rico de verdad, es muy divertido y sorprende. Un beso. Pepi.
¡Qué bueno Toñi! No podía haber tenido peor final el pobre...
Y la foto genial.
Diana
Gracias, amigas.
((Pero que no se entere nadie que no soy del BarÇa))
La foto la hice en una plaza que está cerca de mi casa. Todavía hoy está colgando el papel higiénico.
Un beso.
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