-¿Tienes miedo? –preguntaba María pegando su cuerpo tembloroso contra el mío, debajo de la cama.
-No, tonta, es sólo frío –Respondí yo haciéndome el valiente.
Aquel verano nos ocultábamos en los recovecos y rincones del caserón de mis abuelos, para espiar a los mayores. Nos prohibieron entrar en el cuarto de mi tío Manuel, muerto en la guerra, porque no le gustaban los intrusos en sus dominios.
Llovía y los relámpagos atravesaban la negrura de la noche. Le esperábamos porque la abuela afirmaba que en días de tormenta, regresaba para guarecerse de las bombas y de las balas que silbaban sobre su cabeza. En su retrato parecía un tipo violento y con aire trágico, que cargaba con un bonito fusil incluso cuando dormía. Queríamos ver aquel fusil.
Escuchaba la respiración ansiosa de María. El aguacero arreciaba, y las ramas del abeto golpearon la ventana con fiereza. En mitad del sobresalto, la puerta se abrió de repente. Las sombras oscilaron dibujando gigantes en las paredes. Ambos cerramos los ojos. Cuando los abrí, contuve un grito al ver la luz encendida, y al divisar unas botas de militar, embarradas y enormes, que nos apuntaban con su suela de goma gastada.
6 comentarios :
Casi me imagino la escena de los niños espiando debajo de la cama. y sobre todo esas botazas misteriosas que aparecen en primer plano ante sus ojos asustados. Me gusta porque en realidad no se sabe si las botas son el producto del miedo, o el fantasma del tío Manuel que llega de improviso en mitad de la noche. Un buen cuento breve.
Tu cuento me resulta evocador
Me recuerda la infancia. Noches de tormenta y miedo compartido, cuando escuchábamos historias parecidas y la imaginación nos hacía ver extrañas figuras en las sombras.
Arístides.
¡Qué miedo, tía! Me parece un buen cuento sobre todo por el final, auque me gustaría que fuera más largo, pero creo que así resulta más interesante porque me dejas con la duda del desenlace.
Suerte y continúa escribiendo que ahora ya no me pierdo tus relatos del blog.
Rosa
Me gusta mucho el ambiente del cuento. Misterio, temores infantiles, fantasmas que vuelven del pasado... Has sabido crear una atmósfera casi palpable en muy poquito espacio.
Besos.
Me gusta el ambiente y como dice Arístides, me recuerda alguna que otra historia de niña.
Alicia.
Me parece un cuento romántico con todos los ingredientes del género (noche, tormenta, niños asustados y una historia que hace temblar)
Un buen cuento, Cristina.
Besos. Toñi
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