viernes, 6 de febrero de 2009

PEQUEÑA MASCOTA (Diana)

―Estoy segura, doctor, de que los sonidos no están dentro de mi cabeza. Ese ruido no es un delirio, existe, doctor, existe.
Don Julián, incómodo por haber tenido que ceder a las súplicas de su paciente, pasea la mirada por una casa amueblada con gusto.
―Los ruidos provienen del baño, han examinado las tuberías, han desatascado el váter y, sin embargo, yo sé que ahí dentro hay algo extraño, no son fantasías. Le suplico que lo compruebe usted mismo. Siento mucho haberme puesto tan pesada rogándole que viniera a mi casa a comprobar lo que le digo. Le ruego que pase dentro, deberá perdonarme que no lo acompañe, pero entenderá que estoy aterrada.
Don Julián, con gesto de querer acabar cuanto antes con esa visita tan poco ortodoxa, se adentra en el cuarto de baño, y cierra la puerta.
Amalia oye nuevamente los ruidos, espera un momento y abre la puerta, justo a tiempo para ver cómo las piernas de don Julián son succionadas hacia dentro del váter devolviendo un surtidor de sangre roja que baña los azulejos con gruesos goterones.
Amalia piensa que cada vez le cuesta más inventarse excusas para alimentar a su insaciable mascota.

1 comentario :

Anónimo dijo...

Buen microrrelato

Menos mal que no tuve ninguna Amelia en mi consulta

Arístides