Me pregunto cómo puede estar mi ama tan tranquila raspando el palito. Ella debería saber, debería estar alerta, debería poner a los tres querubines a salvo del hombre blanco.
Si yo fuera ella tomaría precauciones. No permitiría que el hombre gigante agarrara a los angelitos por el cuello mientras juegan a la pelota y los metiera en la caja. No dejaría que me los quitara un buen día, cuando las mamas no tienen leche, cuando las crías ya no son torpes, cuando la madre solo da cobijo y calor en la noche pero no amamanta.
Ah, amita. Cuídate del hombre blanco o acabarás como yo, hambrienta de hijos, sedienta de ladridos, vacía de ganas.
Si yo fuera ella tomaría precauciones. No permitiría que el hombre gigante agarrara a los angelitos por el cuello mientras juegan a la pelota y los metiera en la caja. No dejaría que me los quitara un buen día, cuando las mamas no tienen leche, cuando las crías ya no son torpes, cuando la madre solo da cobijo y calor en la noche pero no amamanta.
Ah, amita. Cuídate del hombre blanco o acabarás como yo, hambrienta de hijos, sedienta de ladridos, vacía de ganas.
1 comentario :
Gracias por romper el hielo, Inma. Además, queda demostrado que has hecho los "deberes". Me hace gracia que hayas convertido al perro en perra, con lo que gana en matices.
Un beso. Toñi
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