UNA PAREJA DE TRES
(Diana)
Alex y yo habíamos llegado a ser una pareja casi normal, aunque solamente llevábamos saliendo un año, ocho meses y catorce días. Me gustaba llevar la cuenta del tiempo que había pasado desde que abandoné la muelle vida que tenía para sumergirme en las oscuras profundidades de la pasión que nos arrastraba. El hecho de que Alex estuviera casado era para mí un problema. Éramos una pareja de tres, aunque Sonia, su mujer, ignoraba este detalle. Sonia… me gustaba pensar en ella por su nombre; no quería escamotearle la identidad de esposa engañada, ya me sentía bastante ruin acostándome con su marido como para no tener el detalle de nombrarla.
Llevábamos unos pocos mese viéndonos a escondidas cuando le pedí a Alex ver alguna foto de Sonia. Necesitaba ponerle cara al nombre, saber qué mirada tenía, cómo era su sonrisa. Necesitaba pensar en ella como la persona real que era, existente entre su marido y yo. Tuvimos nuestra primera pelea de amantes. Alex no comprendía mi curiosidad, tachándola de malsana, aunque no era morbo lo que me motivaba sino una necesidad fundamental, de saber en qué terreno me movía, qué lugar ocupaba en su vida, cómo repartía sus sentimientos entre las dos mujeres. Finalmente cedió, como casi siempre. Me enseñó una foto pequeña, de carnet, que llevaba en la cartera. Más tarde le pedí ver las fotos de sus últimas vacaciones en la playa. Me gustó descubrirla, ahuyentar la sombra de un fantasma sin rostro. Vi a una mujer bonita, con una mirada limpia y un gesto reposado. A partir de entonces no pude apartar su cara de mi mente, su presencia se instaló entre nosotros de forma permanente, yo la sentía en cada momento, aunque no la nombráramos ella estaba siempre entre nosotros.
Casi al año de estar juntos le pedí que me hablara de ella. No me conformaba con ver su rostro en un conjunto de fotos. Quería conocer sus costumbres, sus miedos, qué comida le gustaba, dónde compraba sus zapatos, qué libros leía. Después de una nueva discusión, Alex cedió. Empecé a frecuentar los mismos lugares que ella, me apunté a su gimnasio, cambié de peluquería y me hice un corte de pelo similar al suyo. Fui reemplazando mi vestuario, adoptando un estilo más formal, menos desenfadado y me puse a dieta. Adopté la costumbre de merodear por su barrio, no tenía intención de encontrarme con Sonia, sólo quería pisar las mismas baldosas de las aceras, entrar en las tiendas de los alrededores e imaginarme qué compraría Quería respirar el mismo aire que ella.
El día que le pedí que me contara cómo hacía el amor con Sonia tuvimos una bronca de enormes proporciones. Se negó a darme los detalles que le pedía, alegó respeto a su intimidad, aunque desmonté sus escrúpulos con un par de argumentos bien desarrollados y eché mano de las estrategias que siempre me funcionaban. Y Alex, nuevamente, cedió a mi presión. Me describió una vida sexual muy distinta a la que tenía conmigo, más reposada, con menos pasión que la nuestra pero con una complicidad que nosotros no habíamos logrado aún; la nuestra era clandestina, culposa, rodeada de sentimientos contradictorios, envuelta siempre en una bruma opaca. A partir de ese día nuestra sexualidad cambió, fue algo imperceptible, pero yo lo noté. Evité tocar el tema con Alex aunque estoy segura que él también percibió una sutil transformación.
La última noche que estuvimos juntos, mientras cenábamos en mi casa, me dijo que le había contado a Sonia nuestra relación y que le había pedido el divorcio. Quiso hablarme de los detalles pero me negué. Le pedí que se marchara, que recogiera sus cosas y no volviera nunca más. No podía consentirle la crueldad de apartar a Sonia de mi vida.
9 comentarios :
Creo que a muchas mujeres nos gustaría tener una rival tan leal. No es lo usual.Un besico,
Alicia.
Hola, primera vez que paso por aqui y tu blog me ha gustado mucho, sin duda volveré.
Saludos.
Muy original, me encantó escucharlo y lo he leido con mucho gusto. Enhorabuena Diana
Ana
Es muy sutil, es una cadena de deseos... como las cerezas que se enredan unas con otras
Diana has regresado con mucha energía, me gusta tu relato, me gusta mucho.
Me gusta mucho, Diana. Muy original y morboso... y muy bien escrito, como siempre.
Besitos.
Muy buen cuento, Diana. Si dan hasta ganas de ser la otra ...
;-)
Un beso. toñi
Está claro que en lo que se refiere a relaciones humanas no todo son estereotipos. Como decía Serrat, cada quien es cada cual.
Elegante, con una pizca de morbo y muy lograda, como siempre.
Un poco desconectada de los relatos, me encuentro a través de un enlace de Nieves Jurado, tú cuento,"el cuento". Qué delicia leerte Diana. Como siempre intento poner en mi cabeza el sonido de tu voz cuando lees, con ese seseo, esa cadencia maravillosa que imprimes a un cuento perfecto, como éste. Besos.
Inmaculada Belda
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