Ése fue el detonante. Me dolió, pero la comprendí.
El último día que me hicieron uno de esos rutinarios análisis, la enfermera me dijo, después de pincharme varias veces:
_¡Vaya a reponer fuerzas, no sale ni gota!
Es que yo soy así, apocadito, tímido, poca cosa. Todo el mundo me dice lo que tengo que hacer, hasta lo que debo pensar. Se me van las horas paseando la plaza con los ojos bajos, siempre entre dudas. Creo, aunque puedo equivocarme, que todo empezó desde pequeño. Mamá me reprochaba que era un flojo, me comparaba con mi padre y mis hermanos.
_Fíjate en ellos _remachaba_, no han terminado un trabajo, cuando ya están buscando otro, y tan estudiosos… Somos pobres pero con dignidad.
Continuamente, día tras día. Y yo, que nací perezoso cómo un gato de angora, con los años me convertí en lo que soy, un vago, afirma mi madre. Me refugié en las ideas, hice gala de un espíritu rebelde, me negué en redondo a estudiar y a buscar trabajo, ¡que trabajaran mis hermanos! Yo iba para político.
Empecé a reunirme con unos amigos los jueves en un local; hablábamos de cosas, sobre todo de eso, de política; teníamos las ideas muy claras, pero el mundo está hecho como está hecho y nuestras charlas no iban a cambiarlo. Terminamos por jugar unas partiditas a las cartas, tocar la guitarra de vez en cuando y echar unos porrillos.
Así fue pasando mi vida, hasta que la encontré a ella. Su aíre bohemio me hizo suspirar, me enamoré como un borrego. Esa dejadez, esos ojos lánguidos, siempre vestida de negro, sin nada que le importase. Éramos dos almas gemelas, la media naranja, que se dice.
Nos fuimos a vivir juntos. Todo era tan hermoso, cantábamos hasta el amanecer, callábamos justo en el momento en que el vecino empezaba a vociferar y llamaba a la policía. Nos bañábamos en las fuentes públicas, a la luz de la luna (no teníamos ducha). Por supuesto, ninguno de los dos trabajaba. Un día, robe unas flores para ella, se puso contenta e hicimos el amor. Al día siguiente, me dijo que le robara una pulsera en la joyería de enfrente, lo hice, no se por qué, tenía cierta habilidad para esas cosas, a ella le gustaban mucho las joyas. Robé un par de veces más, pero me cansé, y pese a que los pedidos de Julia iban en aumento, por una vez, me negué en redondo. Entonces ella dijo la famosa frase:
_¡Se acabó, eres un sin sangre!
Y se fue. Yo seguí allí, tumbado en la cama. Comía, bebía, fumaba defecaba… La porquería se iba acumulando y acumulando. Creo que los vecinos llamaron a los de medio ambiente. Entraron con mascarillas y la recogieron. A mí me llevaron a un hospital, aunque yo, ya no era yo, lo dije bien claro, no tenía sangre y mi cuerpo se había integrado en la maraña de mugre que cubría el cuarto, era un despojo más, les animé a que me llevaran al camión de la basura, que esperaba en la puerta y me incineraran, o reciclaran, mezclado con ella. Les propuse que preguntaran a la enfermera del centro de salud, seguro que lo confirmaría.
Julia tenia razón, y mi madre. Soy un “sin sangre” y sin ella, no se puede vivir… pero se empeñaron y me trajeron a este sanatorio lleno de locos, donde me hacen un análisis tras otro. Estoy cansado. Se lo repito a la enfermera, ella, ríe tontamente y saca la jeringa, le inserta la aguja y me hace extender el brazo_. ¡Apriete el puño! _Dice_, lo aprieto, pincha y no sale ni gota…
_ ¿Ya le has puesto el tranquilizante? ¡Menos mal!_ Oigo entre sueños a su compañera_ Siempre diciendo que es un residuo más de la inmundicia, que no tiene sangre… ¡El más loco de Las Tiesas!
Cuando salen, Julia entra por la ventana, como siempre, de negro. Y de la negrura de su entrepierna, saca un recogedor y una gran bolsa, sin esfuerzo, me introduce en ella y con la misma facilidad, la arroja por la ventana. Al momento, siento el dulce traqueteo del camión de la basura.
7 comentarios :
me gusta mucho, me recuerda la metamorfosis pero con un toque personal
Como te comenté el día que lo leíste me ha gustado muchísimo. Es muy original y macabro, no suele ser tu estilo y has demostrado lo polifacética que eres.
Diana
Como escritores que somos,debemos hacer de todo.
Gracias Diana, también a Lara.
Alicia.
Me encanta,está muy bien Alicia, es muy soprendente
Ana
Alicia me gusta mucho, no te había leído nada parecido, pero le has dado un toque estupendo.
Que estupendo tú personaje, no dudes que "haberlos haylos". Me ha gustado mucho.
Paco.
Me gustó mucho el personaje, víctima de sí mismo y de su falta de motivaciones.
Y me encantó sobre todo el final.
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