La mayor parte del tiempo que he vivido,
la he pasado recostado en una cama.
Y reconozco no siempre haber dormido,
pero por esto no habrá que hacer un drama.
Miro hacia el techo si estoy muy aburrido,
o me pongo a rellenar un crucigrama.
Pero otras veces, después de haber bebido,
todo mi cuerpo la busca y se derrama.
Si algún muelle del somier lanza un chirrido,
pienso entre sueños que es alguien que me llama,
pues no quiero nunca, cuando estoy cocido,
que una tontuna perturbe mi programa.
Me propongo no emitir ningún ronquido,
ya que el macho cuando duerme nunca brama,
mas siempre acostumbro a hacerlo desvestido
por si surge la visita de mi dama.
Si algo no soy es un hombre reprimido,
tampoco protesto en contra del pijama,
pero si el sexo me tiene enfebrecido,
¿por qué no actuar como me viene en gana?
Incluso cuando me encuentre consumido
y la muerte me remita un telegrama,
no dejaré que me pille deprimido,
la esperaré sereno, tendido en cama.
(Aquí tenéis un ejercicio con dodecasílabos encadenados, ¡como dios manda!)
2 comentarios :
Me gustó mucho cuando lo leíste, yo voy a ver si hago unas oposiciones y aprendo a hacer poemas. Un saludo. Pepi.
Hemos coincidido en la cama.
¡Si es que la cama es lo mejor de la casa! Me gusta el poema. Alicia.
Publicar un comentario