martes, 18 de septiembre de 2018

RELATOS GANADORES DEL VI CERTAMEN DE MICRORRELATOS "SUCEDIÓ EN LA FERIA"

PRIMER PREMIO

TÍTULO:  "LA PIEDRA DE LA LOCURA"

AUTOR:  RAÚL LÓPEZ FERNÁNDEZ 


     —¡Que voy! —voceaba el gordinflón, apartando a quien lo entorpecía por el Paseo.
     Al llegar al Pincho, la muchedumbre se arremolinaba en torno a la Puerta de Hierros y la cabalgata. Se asustó al ver a su amo acorralado por el gentío. ¿En qué problemas andaría metido esta vez?
     —Sancho, viejo amigo, ¡lo logramos! —clamó el hidalgo.
     —¡Pardiez, amo, suelte al alcalde!
     —¡Alcaide dirás, las llaves tiene de su celda el bellaco! ¡No lo suelto!
     Don Quijote, solemne, se dirigió a la multitud:
     —¡Venturosos convecinos, gracias por florear a mi amada Dulcinea en su cautiverio! ¡Vengo a liberarla del enclaustramiento del brujo Frestón!
     —¡No hay embrujo ninguno! —interrumpió Sancho.
     —¡Calla, Sancho, deslenguado! ¡Mira cómo chillan! —dijo señalando las caídas libres de la montaña rusa—. ¿Dicen que eso es una noria? ¿Dónde quedan sus aguas? ¡Que me aspen, se trata de una rueca infernal de martirios!
     El Quijote advirtió que las caderas se le iban al ritmo del electrolatino y, contemplándose pasmado, exclamó:
     — ¡Cómo no van a ser esto artes oscuras!
      —¡Que no, que no! ¡Si hasta los escopetos son de mentira, amo! ¡Esto es un festejo!
     En un descuido, unos guardias civiles rescataron al alcalde. El hidalgo les amenazó con su lanza.
     Admirando a su dama le arrulló:
     —Aquí estoy ya, bella mía. Te estoy encomendado.
     Dicho esto, tomó la talla de la Virgen de su carroza, se abrazó a ella y espoleó al caballo, huyendo Paseo abajo con la Benemérita pisándole los talones.




SEGUNDO PREMIO

TÍTULO: "AUTÉNTICOS PROFESIONALES"

AUTOR:  TRINI PESTAÑA YAÑEZ 


En el último día de feria, el dueño de la Casa del Terror, nos reunió para felicitarnos. Según nos dijo, nuestro buen hacer y nuestra profesionalidad, había sido la clave para el éxito tan descomunal que su negocio había obtenido. Las largas filas de público, no sólo de Albacete y alrededores, sino llegados de otras provincias, que noche tras noche habían esperado ansiosos su apertura, lo corroboraban. Dado lo cual, el año próximo, teníamos el trabajo asegurado. Mis compañeros y yo nos alegramos infinitamente y, en agradecimiento a aquel empresario tan valiente que no se anduvo con remilgos ni prejuicios a la hora de contratarnos, decidimos que, por ser la última, aquella noche íbamos a redoblar el esfuerzo y, literalmente, poner toda la carne en el asador. Como consecuencia de aquella radical decisión, algún que otro compañero, perdió un pie, un ojo, o un brazo. Yo mismo, perdí la pierna derecha, la que tenía carcomida por el tumor y que tanto sufrimiento me causó en vida. Pero ver a hombres, mujeres y niños, con el pánico instalado en sus ojos y en sus caras, huyendo despavoridos por el ferial, no tenía precio. Así pues, ya de madrugada, una vez acabada la última sesión, nos despedimos del dueño hasta el año próximo y, ayudándonos los unos a los otros, logramos llegar hasta el cementerio Nuestra Señora Virgen de los Llanos nos dio la bienvenida y cada cual, se introdujo en su tumba.

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