PRIMER PREMIO
Título: Te encuentras a todo el mundo
Autor: Diego Gómez Sánchez
Que no es una exageración, hazme caso. Cualquiera a quien le preguntes te dice lo mismo, siempre, claro, que sea de Albacete, o lleve aquí bastante tiempo. Te lo juro: estás todo el año sin ver a alguien, da igual dónde viva, aunque sea a tres portales de tu casa, o aunque trabaje a dos manzanas de ti, da lo mismo, puedes pasar todo el año sin toparte con él ni por casualidad, como si os esquivarais adrede, que llega la Feria y zas, te lo encuentras, quieras o no, en el Paseo, en los redondeles, o abriendo boletos en la tómbola, o haciendo cola en la noria, o en lo de los bocadillos de morcilla, o, fíjate en lo que te voy a decir, pescando patitos, con los críos, que zas, te lo encuentras, no te libras. Y si hay alguien al que no quieres ver, prepárate, porque pum, te lo zampas, que ni aposta, y hala, tú venga a disimular. ¿Que no te lo crees? A ver, dime, ¿cuánto hacía que no nos veíamos tú y yo? Por lo menos cinco años. Y pensarás que es mentira, pero ayer me encontré con tu mujer, otros cinco años sin verla, qué alegría me dio, tan simpática como siempre, media hora hablando que estuvimos, y ahora vas y me dices, mientras tu sonrisa se difumina y te vas quedando blanco como el papel, que tu mujer se te murió esta primavera. Para que luego digas.
SEGUNDO PREMIO
Título: Pegado a la sartén
Autor: Francisco Díaz Cuenca
Creo que es la milésima vez que suena Don Patricio Contando Lunares. Por mi equilibrio mental, o al menos por el poco que me queda de él, he decidido perder la cuenta y concentrarme en encontrar en el ritmo el impulso que me pueda facilitar la avanzada, en esta avanzada sin avanzar que me acomete. Y no, no lo digo en plan metafórico, les hablo en sentido literal: llevo pegado al suelo Dios sabe cuánto.
Cualquiera que venga a deleitarse con los encantos de la Feria de Albacete intuye que va a moverse por territorio comanche, pero lo que uno no se espera es que sus piernas acaben siendo más débiles que los fluidos pegajosos que se han ido depositando hora tras hora en la superficie de la Sartén. Esa fuerza gravitatoria unida a mi devastación fisiológica, me han convertido en una especie de zombi pasmado en medio de la algarabía.
Créanme que intenté pedir ayuda, pero la música estridente es el latido de este entorno y mi llamada ha pasado desapercibida. Mientras, vendedores ambulantes han ido depositando sus mercaderías sobre mí. También me han ido dejando algún vaso y objetos perdidos. No soy capaz de imaginar qué aspecto debo presentar; sólo sé que la gente se hace fotos conmigo, y que a mis pies han aparecido algunas monedas. Resignado vuelvo a Contar lunares esperando a que los servicios de limpieza se sirvan rescatarme con un manguerazo, aunque sea de manera accidental.
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