¡Eh
vosotros! _Gritó una tremenda rata encima de un pedrusco_, ¿Me conocéis? Soy
Gorda, la vieja bruja de siempre! _ la
ratona se desgañitaba mientras
pesadamente daba vueltas para que la vieran_ tengo tantos años como el mundo,
claro que vosotros no sabéis de cuentas Je, je, je, pero entre mis reumáticos
lomos y mis pelos tiesos, guardo la sabiduría del universo, que por cierto nos
va a hacer falta, pues tras nosotros anda el todavía más viejo flautista de
Hamelín…razón por la cual estoy yo en esta gran asamblea ratonil, y os diré
algo que os va a poner los pelillos más de punta si cabe, je, je,
Las burguesas familias de roedores agolpadas al
fondo del jardín la miraron con indiferencia, a ellos lo que les importaba era
clavar el diente al buen queso y a los manjares recién traído por los recaderos
de la ciudad, la vieja rata se las traía fresca.
Un
ratón veterano la interpeló:
_¿Y
qué nos va a decir una ratona como tú sobre el particular que no sepamos ya
nosotros?
_Veréis_,
contestó ella_, os puedo indicar que
estamos en gran peligro, pues la gente se queja de nuestras” aventuras” y el
Rey ha vuelto a llamar al dichoso Flautista para destruirnos.
Miles de cabezas y rabos enhiestos se
volvieron hacía ella.
_Ese
tipo murió, dijo un elegante ratón atusándose los bigotes, es sólo una historia,
afirmó otro de tripa abultada encendiendo un puro, nadie puede con nosotros, somos
poderosos- aseveró el tercero recontando quesos y más quesos.
_
Yo sólo sé que han habido reuniones entre la población…_ Apunto Gorda_
Los
ratoncillos ansiosos de oír cuentos terribles gritaron _¡ Pues nosotros no
sabemos nada de eso y queremos saber! _.Las madres les reprendieron dulcemente:
_ ¡qué modales pequeños…!
_¡Pues
vale chicos!_ Y haciendo una reverencia _, a petición de los mocosos, ahí va la historia:
Hace
muchos, pero que muchísiiimos años, en este mismo pueblo existía una gran
colonia de roedores, tantos o más que nosotros, tal es así que los dirigentes
de la ciudad hicieron mil cosas para deshacerse de ellos sin éxito alguno, pues
cada vez aparecían más. Más un viajero les hablo de un Flautista que se ganaba
la vida limpiando los pueblos y aldeas de estas alimañas, o sea, nosotros… y el Alcalde le mandó llamar de inmediato. Él
terminaría con los ratones y ellos le pagarían una fuerte suma de dinero.
El
flautista cumplió y al son de su flauta nuestros antepasados fueron llevados a
a la muerte. Debo aclarar que en ese tiempo sufrí yo un fuerte dolor de orejas
y quedé completamente sorda, por esa razón me despisté mordisqueando unos ricos
matojos, que no sólo de carne y queso viven las ratas. Fue entonces cuando un
movimiento de tierra me arrojó a un rincón de la cueva negra. Y desde allí vi
despeñarse por la gran cascada a nuestro
pueblo ¡fue horrible! Quedé mucho tiempo escondida, pero un día entraron unos
humanos en la gruta, gritaban y lloraban.
Puse atención y logré oír (ya no estaba tan sorda) que el Alcalde se negó a
pagar al flautista y este furioso, volvió a tocar su melodía y todos los niños
del pueblo le siguieron despeñándose como nuestra ratonil villa por la cascada.
Ellos, rebuscaban en balde a sus hijos.
La
mayoría de las matronas recogieron aterradas a sus ratoncillos que aplaudían entusiasmados,
los machos jóvenes se replegaron y los viejos rieron socarronamente entre sus
barbas.
_ Amigos
roedores _continuó Gorda_ el pueblo se
convirtió en ciudad y de Alcalde fulero pasamos a un Rey cruel y orgulloso que
se piensa Dios. Y puesto que la villa quiere nuestras cabezas y rabos, él ha
prometido traérselas bien remojadas… Y
es aquí dónde vuelve a entrar el flautista
de Hamelin.
Las
familias de ratones, asustadas comenzaron a recoger su prole y a resguardarse
en sus distinguidas ratoneras.
_¡Pero
no os podéis ir así, tenemos que urdir un plan para no acabar masacrados como
antaño!_ gritó ella _. El más viejo que
parecía ser el patriarca, se volvió muy serio.
_¿Qué
propones bruja? Te escuchamos…
_No
dudo que la mayoría de vosotros conocía a Gorda, la rata, y otra a la vieja
bruja Gorda. Pero poco o nada sabéis de
mi descendencia… e, le voila…!
Gorda
volvió a dar una pesada vuelta sobre sí misma y una ratita joven y esbelta saltó
a su lado, hubo grititos de admiración, otra vuelta a la inversa y la ratilla
empezó a cantar con voz melodiosa y dulce. La sorpresa se convirtió en asombro
y un susurro recorrió al ratonil pueblo.
Toda
la colonia empezó a salir de sus madrigueras sintiendo la necesidad de escuchar
aquella voz suave y convincente que los
llamaba sin remisión.
_Me
honro en presentaros a Tita, la más dulce hada ratonil,
ni que decir tiene que es hija mía… Y aquí va el plan…
Una
comitiva recorría la ciudad, delante, el famoso flautista de Hamelín,
eternamente alto, flaco y con la pluma en el sombrero, eso sí, un tanto retorcido
por el paso de los años y con grandes entradas que su pequeño gorrito dejaba
entrever. Detrás, un sinfín de ratas y ratones bailaban al son de la
inigualable melodía. Y terminando la procesión, el mismísimo Rey seguido de
toda la corte. Duques, Coroneles y Ministros comentaban el éxito de la misión.
Mientras, el pueblo llano lloraba su pobreza.
Se detuvieron. La gran cascada lanzaba sus
feroces aguas al averno, el flautista redobló los tonos y con cautela se fue
haciendo a un lado, ratones, ratoncillos y ratas empezaron a despeñarse entre
la algarabía del Rey y demás nobles. Más ahí, escondida entre las rocas,
andaba Gorda, la bruja, la ratona, como
queráis llamarla, un movimiento de pata hizo brotar un lecho de paja y hierba
en un recodo de cantos, justo a la mitad de la cascada, dónde sus congéneres
cayeron plácida y felizmente, a otro movimiento, esta vez de pata izquierda,
Tita surgió de algún lado, seguramente de una nube y comenzó su canto
angelical, todos miraron al cielo embelesados mientras ella, agitando sus
rosadas orejillas alzó el vuelo yendo a meterse en el bolsillo de la camisa del
famoso flautista, que no pudiendo resistirse a los hechizos de su voz la acompañó con su flauta. Y ahí comenzó todo… Condes, Capitanes, Ministros y el
propio Rey, iniciaron una danza infernal (que bien podría llamarse hip hop) al
son de los cantos y música y, de dos en dos, comenzaron a despeñarse por la
gran cascada dejando a la nación libre de impuestos y corrupciones.
Las
familias ratoniles celebraban su suerte comiendo ricos manjares y agasajando a
Gorda que jamás había sido tan feliz en su larga y arrastrada vida. Mientras,
el pueblo cantaba y bailoteaba a ritmo de charanga su libertad.
Tengo
que deciros que el flautista quedó enamoradísimo de Tita, el hada de las ratas,
a ella, aún siendo vejete, también le moló el son de su flauta y metida en el
bolsillo de su camisa siguió buscando mundos que arreglar.
Y
colorín colorado, este cuento también se ha acabado.
2 comentarios :
No lo pude escuchar el miércoles pasado, porque como ya sabes llegué tarde a la reunión, pero me ha gustado mucho leerlo. Es divertido y muy diferente.
Gracias Paula, pero como mi ordenador va por libre ha salido el titulo mal puesto y con esta plantilla no se como arreglarlo, si sabes y puedes, me dices como hacerlo, pues no encuentro lo de "editar" como antes y no quiero fastidiar nada.
Gracias compañera.
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