jueves, 12 de septiembre de 2013

RELATOS GANADORES DEL I CERTAMEN DE MICRORRELATOS "SUCEDIÓ EN LA FERIA"

PRIMER PREMIO

TÍTULO: FERIA PRIVADA

AUTOR: RAÚL CLAVERO BLÁZQUEZ (Madrid)


Coloco las sillas del salón en círculo. En cada una de ellas pongo galletas, berenjenas o barquillos. En el centro, el cubo de las pinzas hace las veces de templete. 

Deshago el ramo de flores secas que adorna el aparador y reparto sus pétalos por todo el pasillo. Al fondo, junto a la puerta del recibidor, dejo la lámpara de lava, un molinillo de viento, algunos caballitos de madera.

Ya estoy a punto de conectar el ventilador para que gire, como una noria, cuando mamá se despierta.
-¡Pero, qué has hecho! – grita.
Ayer me dijo que afuera nos esperaban, que durante un tiempo no podríamos salir a la calle, que si lo hacíamos nos quitarían la casa.
-Como este año no vamos a ir a la feria – respondo -, pensé que sería buena idea hacer la feria aquí, entre nosotras.

Creía que la sorpresa le iba a gustar, pero ahora no estoy tan segura, porque después de mirarme muy seria durante un rato, mamá se ha ido corriendo, se ha encerrado en el baño y ha comenzado a llorar.


SEGUNDO PREMIO

TÍTULO: DO YOU SPEAK ENGLISH?

AUTORA: MARÍA DEL CARMEN GIMÉNEZ RAYA (Albacete)



Do you speak English?, escuché por mi oreja derecha mientras el séptimo ‘ya tú sabes’ de Pitbull acribillaba mi oído izquierdo. ¡Genial!, pensé. Otro guiri que quiere que le explique qué son los Miguelitos, qué tipo de relación existe entre la princesa Leia y el peinado que adereza nuestro traje regional femenino y, por supuesto, cuál de los dos pinchos de la Feria es el auténtico. ¡Y sólo es 7 de septiembre!

Un momento, ¿acaso sabría contestar a esas preguntas? ¡Ay mi madre! Un sudor frío comenzó a correr por mi frente… ¿era yo una falsa manchega? Sosteniendo el que debía ser mi octavo mojito de la tarde mi cerebro abrió una especia de caja fuerte ferial con todos los detalles de mis largos años dedicados a ella. Allí había de todo. 

Restos de hamburguesas Uranga, una foto a lomos de uno de los vagones del Ratón Vacilón, el primer vino dulce que probé con 16 años gracias a que mi padre fue capaz de abrir un barril con una escopeta de perdigones, trozos de coco, manzanas caramelizadas, caldico reparador…, ¿Y ya? ¡No podía creerlo! ¿De verdad no iba a saber contestar a ninguna de las preguntas de aquel inocente turista que ávido por conocer nuestra cultura me había abordado segundos antes?

Sus ojos seguían clavados en mí y yo, haciendo gala de mi perfecto inglés, le dije: I love you. Por probar que no quede, ¿no? Diez días después, mi primer amor terminó.



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