El sábado 21 de julio, tuve el placer de recoger el primer premio del II Concurso de Literatura Epistolar "Cartas desde el Camino de Santiago", organizado por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago en Ávila. El lugar de la entrega de premios fue en un pueblo encantador situado a 20 km de Ávila, Gotarrendura, donde hay quien dice fue el sitio donde en realidad nació Santa Teresa de Jesús, y donde vivió la santa de pequeña, allí se encuentra el palomar que heredó de su madre. Después de la entrega de premios Rosa Villada presentó su novela "El peregrino, la muerte y el diablo". Desde aquí, quiero agradecer a la Asociación el premio y la extraordinaria acogida que me dieron. Quiero darles las gracias muy especialmente a Raquel, la presidenta, a Yolanda, la secretaria, a Pepe, vicepresidente y a Fernando, alcalde de Gotarrendura, (entre otros), gracias por su amabilidad, simpatía y generosidad. Por ayudarme a pasar un maravilloso fin de semana en Ávila, hermosa ciudad. Gracias por la increíble experiencia de la marcha nocturna, desde Gotarrendura hasta Ávila, por la cena, la chocolatada, el recorrido turístico por Ávila a cargo de Pepe, por la comida con la Asociación, por todo. Gracias por mantener viva la llama del Camino de Santiago.
"SOY PASADO, PRESENTE, FUTURO"
Mi
peregrino, mi caminante:
He
nacido bajo los pies de infinitas almas, bajo la atenta mirada de las
estrellas. Ya sabes quien soy y por ello, quiero hablarte.
Soy
aquel que lame con polvo tus ilusiones, y que, desde hace siglos, te acompaña
cada día en silencio desde el amanecer hasta el ocaso. Soy historia viva de
Europa, el hacedor de leyendas, el que guarda la magia de tus ancestros, sus
ritos, sus creencias, su esperanza. He cabalgado por el tiempo a lomos de un
caballo blanco, cruzando los Pirineos, mitigando tu sed con el agua pura de fuentes
como la de Rolando. He sentido en mi interior cómo tu corazón se ha encogido
ante la belleza de lo infinito. Casi tocaste el cielo al cruzar Lepoeder, o al
subir los altos de Mezkiritz y el de
Erro. Te he guiado con mis flechas hasta el punto más elevado del camino
francés, la Cruz de Ferro, humilde crucero situado al final de un esbelto
mástil de cinco metros de altura. Allí, has arrojado con inocente superstición
la pequeña piedra que te di antes de empezar el ascenso, porque soy la realidad
que acompaña al mito.
Soy
tupido bosque, donde las ramas de lo
árboles se entrecruzan en colosales abrazos, y las ánimas viajan serenas con la
“Santa Compaña”. Soy la espiga dorada de los campos de Castilla, y la sangre de
la tierra que corre por los viejos viñedos del Bierzo. Soy naturaleza viva, el
refugio del caminante. Te he oído suspirar cuando alcanzaste O Cebreiro, tras
arrancarle a tu cuerpo el arrojo propio de quien me ama. Y allí te regalé la
plenitud de los sentidos a cambio de tu fatiga, pero nada te ha amedrentado
nunca, ¿verdad, peregrino? Porque sientes que soy tu aliento. He visto la
guerra y la paz, he muerto mil veces y mil veces más he resurgido de mis
cenizas, como el Ave Fénix. Soy eterno, como eterna es la poesía.
Soy
el puente que has cruzado sobre las aguas, en ocasiones tranquilas y otras
turbulentas. Soy la piedra que forma parte de los antiguos templos del camino, desde
el más humilde hasta el más grandioso, en donde te has detenido un instante
para pedirle fuerzas al santo. Te he hecho vibrar con el mágico poder de Santa
María de Eunate, pues me oculto tras la huella enigmática de la tradición. Soy
pueblo. Rey y vasallo.
Sabes
que durante mil años te he conducido hasta el Monte do Gozo, donde afloran los
nervios de la impaciencia, y a la vez, se respira la dulce paz que otorgo antes
de llevarte hasta el ansiado Pórtico de la Gloria. Majestuosa Santiago de
Compostela. Soy la emoción del anhelo, el abrazo sincero al santo, lo que hay
que vivir y lo que no se puede explicar.
Soy
frío y calor, lluvia, granizo o nieve, viento y calma. Soy el Arcoíris tras la
tormenta. Soy dolor y placer, amistad, encuentro, risa y llanto, valentía y temor.
Soy la generosidad de quien no lleva nada más que una simple mochila hasta el
fin de la Tierra. Soy la llama que en Finisterre consume tu vieja ropa mientras
te conmueves con el sol de poniente.
Soy
quien te ama, y a quien amas, el que te necesita y a quien necesitas. Soy
pasado, presente y futuro. El sueño cumplido del peregrino. Ven, siénteme.
Fdo.:
Por siempre, tu Camino de Santiago.
P.D.
¡Buen Camino, peregrino!
5 comentarios :
Pues que a nadie le va a extrañar que te lo premiaran amiga mía. Es una maravilla. Besos. Pepi.
Cómo se nota que sientes lo que escribes, y lo transmites de tal forma que dan ganas de hacer la mochila y ponerse en marcha. Muchas emociones y muy bien descritas. Muy bonito, Nieves.
Gracia
Muchas gracias, chicas. Pues sí, Gracia, el camino es muy especial para mí, y claro, eso tenía que salir por algún sitio. Besos
Me gusta mucho Nieves.
Los sentimientos, como bien dices, tienes que salir por algún sitio y se nota sentido.
Preciosa carta Nieves. Se nota que el Camino ha dejado en ti su huella y que por fortuna para los que te leemos lo has sabido transmitir maravillosamente. Un saludo.
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