domingo, 18 de septiembre de 2022

RELATOS GANADORES DEL X CERTAMEN DE MICRORRELATOS "SUCEDIÓ EN LA FERIA"

 PRIMER PREMIO

TÍTULO: LA MANCHEGA

AUTORA: ANAIS CAÑAGUERAL NOVELLA


Tras doscientas cuarenta y cinco horas de bailes, caminatas y cabalgatas, la muchacha que iba vestida de manchega se quitó los zapatos y se masajeó los pies, entre exhausta y contenta, pero feliz de haber vuelto a la feria un año más. 

Largo y tendido, descansó en silencio en uno de los bancos de la Catedral de San Juan Bautista, rememorando las frescas memorias que en su mente había tejido. Luego se cambió la ropa y vistió con un largo manto. 

—Señora María, pensaba que no llegaba —le dijo el obispo nada más verla.

Con una sonrisa de oreja a oreja y emocionada, lo saludó, intercambió algunas palabras y le dio las gracias por guardar su secreto. 

—¿Hasta el año que viene? —le preguntó. 

—Hasta el año que viene, si Dios quiere —respondió burlona. 

Tras aquello y a la vez que el obispo salía y apagaba las últimas luces, María se volvió nuevamente de piedra.

—Salve la Virgen de los Llanos —murmuró el obispo persignándose bajo el cielo nocturno.  



SEGUNDO PREMIO

TÍTULO: EL ROBO DEL CORAZÓN

AUTORA: ROCÍO GARRIDO MARTÍNEZ


—La feria me ha robado el corazón —dije señalándome las costillas.

—Señorita, eso está a la orden del día —contestó el policía mostrándome un taco de denuncias.

—Yo no sabía que por aquí pasaban estas cosas…

—Es su primera vez ¿verdad? —me preguntó con ternura.

Y claro que lo era. Tomó nota de lo mucho que me había gustado la cabalgata barajando que el corazón podía haber desaparecido en ese momento, pero yo discrepé. Le expliqué que había sido algo súbito que había ocurrido casi nada más llegar y ver la noria iluminada, la Puerta de los hierros, los Redondeles llenos de lucecitas de colores, puestos humeantes con comida rica, los botijos artesanales. Fue poner un pie en el recinto y notar que me faltaba algo, que los volantes de la blusa no tenían la misma caída por aquella oquedad que se había abierto en el tórax. 

El policía asentía como si hubiese oído esa historia cientos de veces. 

—Récele a la Virgen de los Llanos para que aparezca —me recomendó—. Y pase por la oficina de objetos perdidos. A veces no se trata de un robo, sino de una pérdida involuntaria —dijo.

Más tarde, en la oficina me aseguraron que mi corazón no estaba allí, pero que a veces los encontraban al montar la siguiente Feria. Así que no me ha quedado más remedio que volver año tras año con la esperanza de recuperarlo algún día.

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