jueves, 29 de octubre de 2009
Proximo ejercicio: relato "Dragonlance"
Me estreno como coordinadora y os propongo para la reunión del 11 de noviembre, un relato que tenga algo que ver con el mundo de "Dragonlance". Podeís escoger algún personaje que os guste: caballero, kender, guerrero, bárbaro... o usar el mundo de Krynn como escenario con personajes vuestros. Mezcladlo como queráis, pero que de algún modo se relacione con las "Crónicas de la Dragonlance". Podéis hacerlo entre un folio o folio y medio, pero sobre todo espero que disfruteis entre fantasia, dragones y demás. En esta página encontrareis información: http://mundosdekrynn2.iespana.es/.
Os deseo a todos que Paladine, el gran dios del Bien, brille a vuestro lado. Un beso. Pepi.
miércoles, 28 de octubre de 2009
"EL GATO AZUL" por Nieves Jurado
jueves, 22 de octubre de 2009
EL ESCRIBA DE LA QUINTA PLANTA
Aquel día, si, fue aquel día… salimos de la biblioteca, los libros bajo el brazo y la risa pronta. Julia fumaba un cigarrillo y me lo pasaba de vez en cuando, andamos un trecho y ella se paró de golpe mirándome a los ojos. _Gonzalo_ dijo con cara emocionada, _ júrame que me querrás toda la vida, ¡vaya que tonta! Añadió_ ¿Soy yo la que habla del amor libre y sin papeles?_ Y continuó_ Parece mentira, debe ser que, tu amor me ha vuelto loca. Y ahora, mira… pero no me hagas caso, nosotros somos una pareja moderna y libre, vivimos juntos y nos queremos hoy, es lo importante, el mañana está por venir, no sé que me ha dado, para decirte eso, ¡perdóname cariño, soy tan boba!
La atraje hacía mí y la bese sin más.
_Ya sabes que si, que te querré mientras vivas, ¡lo juro! _ Le contesté._ Eso, es lo que diría un romántico empedernido, pero yo no, yo sé, que nos amaremos mientras dure el amor, la pasión o lo que sea. ¿Está mejor así no? ¡ Mi chica moderna! Somos gente actual, ¿futurista? No, tanto no, pero vivimos el presente. Hoy contigo, tal vez mañana, con tu amiga Luisa… _ una mueca burlona acompañó mi frase_ ella no me dejó terminar, un libro voló derecho a mí cabeza, lo esquivé como pude. Subimos entre bromas los fatigosos escalones de dos en dos, hasta el quinto piso. Allí teníamos nuestro nidito de amor, por más que suene cursi y empalagoso. Normalmente al llegar, cenábamos y comentábamos cosas del día a día. La mayoría de las veces, hacíamos el amor. Después, Julia se ponía a estudiar y yo a escribir, (tenía un libro de poesía a medio). Y aunque no llegaba ni a escritor de medio pelo, una modesta editorial me aseguró publicarlo. Como es normal, la emoción y la alegría me embargaron. Por aquel entonces, yo era el bibliotecario de la facultad de filología, licenciatura que había cursado, Julia la estaba haciendo. Allí nos conocimos, ya iba para dos años. Esa noche ni ella estudió ni yo escribí, nos dedicamos a amarnos. Despertamos abrazados, éramos felices ¿Qué más se le podía pedir a la vida?
Amaneció gris, Julia y yo, marchamos a la facultad. Nos vimos entre clases y como era normal quedamos para la salida. La esperé mucho tiempo, después la busqué por las aulas, pero nada, Julia no estaba, pensé que habría ido a comprar algo y volví a esperar. La noche me sorprendió en la calle, buscándola enloquecido. Era como si la tierra se la hubiera tragado, frase hecha, pero que sirve para describir la situación. Había desaparecido. Denuncié el caso a la policía, buscaron y buscamos, (los amigos y yo). Los sitios conocidos, los desconocidos. Increíble: Julia no estaba en ninguno, nadie la había visto, todo era un misterio. Lo cierto, es que mi vida y mis sueños, quedaron colgados ese día, en la percha de la nada. Dejé de escribir, de trabajar, caí en depresión. Alguna vez bajaba a mirar por el barrio, por si la veía, los vecinos me saludaban. “El escriba de la quinta planta” me llamaban y yo, me emocionaba al oírlo.
Encarna, me subía la compra. Todo lo debía, pero nadie protestaba, esperaban que la publicación de mi libro, ( mi vecina lo había comentado), diera para eso y para más. ¡Pobres! Las deudas se acumularon con los años, los poemas inconclusos, nunca llegaron a figurar en libro alguno. Soy un fraude. Intento escribir, no puedo y entonces lloro.
Un amigo pasó a saludarme y me aseguró que había visto a Julia en una revista, que estaba muy guapa, que la acompañaba un famoso banquero, ¡no lo creo, nunca lo creeré! Estoy seguro de que ella volverá.
Miro el cielo rojo del amanecer y sueño que tal vez aquella nube, me traiga a Julia.
No sé en realidad cuantos años tengo, ni porque me llaman el escriba de la quinta planta, si se me olvidó escribir… Vivo rodeado de facturas y poemas sin terminar, los sueños se fueron, pero he de decir en mi favor, o en mi contra, que una punta de esperanza, aún vive; iluminada por ese rojo sol del amanecer y, espero, que ella llegue y repique en la puerta como un torbellino, con los libros bajo el brazo llamándome…
_¡Gonzalo, Gonzalo, estoy aquí! _ ¡La oigo! _ ¡Abre la puerta amor, regresé! Tengo que contarte tantas cosas… _Es ella, me llama._ Ya lo sabía, sabía que volvería. ¡Voy Julia voy, no te vayas espera! Corro a abrir.
_ ¡Ya está bien, ya está bien! _ Una cara roja encima de un delantal con peto, me grita, medio en serio, medio en broma, _¡ no le subo más el pan! _ Es Encarna, mi vecina, con la bolsa de pan en una mano y la otra en la cintura. Le quito la bolsa y la despido decepcionado y rabioso. _Estoy loco_ me digo_ y cerrando la puerta, cojo papel y pluma, me siento frente a la terraza; el sol ya luce. Empiezo a escribir:
Me llamo Gonzalo, me conocen por el escriba de la quinta planta y…
lunes, 19 de octubre de 2009
La memoria del agua
LA MEMORIA DEL AGUA por Pepi.
La memoria del agua es eterna, blanca e incorrupta como el sentir del que aún no ha nacido. Es mansa y maleable. Se aseda para guardar en su tibieza los instantes que puedan servir de alimento y hasta se antoja arenosa y seca cuando el recuerdo es rasposo como lengua de gato.
Sumerjo mis dedos en la materna calidez del estanque donde tantos momentos atesoré. Los lotos que viven allí, se me acercan flotando serenos. Llevan ahí desde los días imborrables de mi niñez. Si los miro despacio puedo escuchar las voces de mis hermanos intentando rescatar el agua de los días de lluvia, el reflejo de las manos de mi madre apartándolos con mimo para gozarse con la hermosura del mosaico del fondo.
Me llega el aire verde de los tilos, arrullándome la piel, refrescando mi mente derrotada que busca refugio.
Y es que la voz de la bata blanca, tras horadarme el cuerpo y el aliento con pruebas, preguntas y temores me ha confirmado lo que el revés de mi mirada presentía. La enfermedad del olvido se ha encaprichado de mi: las palabras que no acertaban a cruzarme los labios; el objeto que volaba más allá de mi razón enojada de tanto buscar; el rostro que extraviaba su nombre encajándolo en la frontera de mi voz. No se debían a los días difíciles de ayer o anteayer, ni siquiera a la edad que aún no había recorrido.
Era eso, lo que no quise nombrar. El mal, ladrón de recuerdos ha entrado en mi casa, hambriento deseoso de roer mi pasado primero y el ahora mañana cuando ni cartas, ni runas puedan adivinar un futuro que ya no será.
Primero he llorado por lo que iba a perder. Después por lo que sería arrebatado a los que me aman y hoy tan solo unas lagrimas más por la cobardía, hermana en el exilio de mi enfermedad.
Y de pronto me niego. No lo permitiré. Sé que mi mente y mi espíritu se vaciarán. Pero mientras un deje de lo que fui, de lo que soy me acompañe, velaré para que no pierda ni un ápice de su color.
Por eso he regresado al estanque de la casa donde me crié y en su agua preñada de instantes amados, iré sembrando los goces de amor que sentí; el llanto del hijo cuando se escurrió de mi cuerpo exhausto; el aroma de las paredes donde lloré y fui feliz.
Traigo el equipaje dispuesto para que duerma en la memoria del agua.
Y en el legado de vida que escribiré para los míos, dejaré dicho que cuando mis ojos se balanceen entre la duda y el vacío, me acerquen a esta laguna, donde las figuras cinceladas del fondo me harán compañía recordando por mí.
jueves, 15 de octubre de 2009
POEMA COMÚN SOBRE UN OBJETO COTIDIANO
El ejercicio que propongo para la próxima reunión del 28 de octubre consiste en realizar un poema, no necesariamente rimado ni necesriamente jocoso, sobre un objeto de uso cotidiano, común y corriente en la mayoría de las casas.
Podéis inspiraos contemplando vuestro rostro reflejado en una cuchara, analizando la sabia paciencia que destila una silla, la elegante presencia de un paraguas en su paragüero,o el simple y perfecto diseño de unas tijeras o una taza de water.
Suerte y a ello.
Julio Lorenzo
Una imagen, mil palabras
La propuesta se llama: "Una imagen, mil palabras" y la ilustración es la siguiente:
Aunque hubo poco tiempo para escribir, surgieron cosas interesantes. Yo hice un poema, pero no cuenta en el ejercicio, porque no se escribió en ese momento.
Incluso hubo quien le dió un giro al papel y vió el dibujo de esta manera, cambiando totalmente el sentido:
Abro esta entrada para que mis compañeros vayan dejando sus propuestas.
Un abrazo para todos. Toñi
A Teresa le inspiró un pequeño cuento:
Aquel día hizo tanto viento, tanto, tanto viento, que la línea del horizonte se desprendió de la tierra, como si se tratase del hilo de una cometa.
Juan, a quien siempre le gustaba caminar un poco más allá, se vio de pronto zarandeado de una extraña manera y para guardar el equilibrio no le quedó más remedio que agarrarse a la vasta soga con sus pequeñas manos. Desde allí, elevado en el aire, contempló maravillado como se alejaba con el horizonte más y más lejos de la tierra, que quedaba abajo, igual que un tapiz hecho de retales de múltiples colores.
No sintió miedo, aunque tuvo curiosidad por saber el lugar que escogería el Sol para dormir esa noche.
A Nieves le inspiró el siguiente cuento
El día que llegué a la Luna, no fue como esperaba. Siempre había pensado que en nuestro blanquecino satélite iba a ver un montón de rocas de varios tamaños, cráteres y mucha arena del color de las perlas, pero nada más. Sin embargo, mi sorpresa fue mayúscula cuando vi a unas extrañas plantas alargadas y tiesas que brotaban como espárragos de la tierra. Me acerqué a una de ellas. Era de color negro oscuro y tenía olor a plátano. La agarré con las dos manos y tiré para intentar arrancarla. La planta se resistía y yo tiré y tiré con todas mis fuerzas, lo hice tantas veces y tan fuerte, que de pronto la Luna se movió girando hacia abajo. Quedé colgado sujeto al palo. Desde entonces, mis pies flotan en el espacio. Espero que muy pronto venga alguien y estire de una de las plantas del otro lado de la Luna, si no están ocultas, hasta que esta gire otra vez, pero en sentido contrario, y así, lograr posarme de nuevo en el rocoso suelo lunar.