lunes, 18 de mayo de 2009

EL AIRE DE ISUR (Diana)

Si algo hace a Isur diferente de otras ciudades es que en lugar de aire tiene un espeso y hediondo olor a tragedia. Se respira un malsano fluido de odio y violencia. Sus vecinos, aletargados por tantos años de guerras, se deslizan mustios, los ojos vacíos, las bocas contraídas. El olor a sangre cubre plenamente las calles, las habitaciones están llenas de cenizas que, en una fatal resignación, sus gentes han dejado de limpiar. Lo único que aún se mantiene en pie es el palacio del emperador, custodiado permanentemente por una fiera guardia de mercenarios. Permanentemente ebrios de alcohol y violencia, sobre los peldaños se posan las armas bien alineadas; encima de los tejados, certeros francotiradores vigilan las calles. Si los ciudadanos pueden andar por la ciudad es gracias a los salvoconductos otorgados a discreción a unos pocos leales, cómo sobrevive el resto, no lo sabemos. Pero estamos seguros que, de una manera u otra, llegan a los hogares disidentes algunos alimentos, posiblemente también armas; a éstos les conviene permanecer quietos y tendidos para no delatar su presencia.
Hay quien dice que la guerra no terminará nunca, y no queda sino creerlo. Los lugares están bien definidos, al igual que las fuerzas, nadie cederá en sus posturas.
De noche, fijando el oído al suelo, se oye llorar a los muertos.

5 comentarios :

Club de Escritura "La Biblioteca" dijo...

Es curioso cómo cada uno ha tenido una interpretación de Isur. El tuyo, Diana, me parece una ciudad real, de las muchas orientales que están ahora en guerra. Veo el polvo y las armas, la gente corriendo bajo el inevitable signo de la guerra.

Ha sido un buen ejercicio. Me ha gustado mucho.

Un beso.Toñi

Pepi dijo...

Ves a Isur con una realidad sangrante, me eriza el pensamiento, eres mágica. Un beso. Pepi.

Anónimo dijo...

Me parece real y triste, bien descrito. Un beso Alicia.

Nieves dijo...

En realidad, Diana, las guerras no terminarán nunca. Siempre hay un emperadorucho o un reyezuelo con ganas de seguir.

Besos.
Nieves.

Anónimo dijo...

Transmites muy bien el ambiente agobiante y desidioso que debe ser vivir en esas circunstancias. Es cierto que es una buena (y triste) metáfora de tantas situaciones reales. Un abrazo

Gracia